La floración en el olivo es un momento clave entre las etapas por las que pasa un olivo en su ciclo anual. Constituye una explosión de vida, toda una inversión en energía con la que el olivo, como cualquier otra planta de reproducción sexual, ofrece una importante muestra de flores con el objetivo de ser fecundadas en gran medida y convertirse así en nuevos frutos o aceitunas. Será la descendencia que asegure no sólo su supervivencia como especie, sino también su diversidad genética.
Después de la buena poda que ha llevado a cabo nuestro equipo de Karma durante febrero y marzo, a finales de abril comienzan a aparecer los nuevos brotes. Desde mayo a junio, las ramas de llenan de pequeños botones que florecerán y nos darán las preciadas aceitunas con las que conseguir un zumo de olivas premium.
Cadillo, la flor del olivo en Aragón
La flor del olivo, que en nuestra zona se llama cadillo, tiene muchas denominaciones: trama, rapa, esquimo…según la zona. Ésta se dispone en racimos compuestos de 10 a 40 flores, dependiendo de la variedad del olivo.
Tiene un color blanquecino y el centro amarillo y está compuesta por cuatro pétalos con un cáliz de pequeño tamaño, corola uniforme, dos estambres y limbo formado a su vez por cuatro lóbulos.
Las flores del olivo tienen un olor ligero poco intenso, y puesto que las flores son pequeñas y blancas la floración del olivo pasa visualmente desapercibida para las personas ajenas al mundo del olivar. Llama más la atención la acumulación del polen en zonas de grandes masas de olivares.
Un manto blanco cubre el olivar
Aunque existe una leve variabilidad en cuanto al momento de la floración, ésta suele producirse en las semanas centrales de mayo.
Es un periodo crítico para el futuro de la cosecha, pues si la floración es escasa, de la misma manera, la cosecha puede ser escasa.
En ocasiones, en mayo suben mucho las temperaturas, y las flores se pueden agostar sin llegar a germinar y producir fruto.
Algunas de las flores del olivo son hermafroditas, es decir, tienen los dos sexos (tienen estambre y pistilo), pudiendo dar lugar a un nuevo fruto, otras sin embargo sólo producen polen, son flores masculinas que no dan fruto.
El polen del olivo, un fanático de los viajes
Otro fenómeno muy curioso en el proceso germinativo es que muy excepcionalmente el polen de un olivo suele fecundar las flores de la misma variedad, por lo que la naturaleza necesita cruzar variedades para garantizar el mantenimiento y la fortaleza de la especie. Del mismo modo, que como norma general, el polen de un olivo, no fecundará las flores de ese mismo olivo, sino que viajará por el ambiente hasta olivos más lejanos.
Hay datos que demuestran que el polen de los olivos de los campos andaluces ha llegado a viajar hasta olivares marroquíes y viceversa.
Como dato de interés, sólo un 2% del total de la floración manifestada en el campo completa el ciclo íntegro germinando y convirtiéndose en aceituna.
Parece poco, ¿verdad? Pues a pesar del pequeño porcentaje de flores que es fecundada, el árbol realiza una “criba” posterior desprendiéndose de algunos de esos nuevos frutos, dejando sólo aquella cantidad que es capaz de alimentar, para asegurarse el crecimiento adecuado de esos frutos.
Después, con un buen cuidado y mantenimiento, controlando el estrés hídrico y realizando las tareas convenientes, conseguiremos elaborar un aove gourmet en la próxima cosecha.